lunes, 8 de julio de 2013

La otra mitad del Olimpo

Embelesada con tus dos Venus púdicas, me ahoga el agua que mana de sus ánforas, y al verlas llorar caí en el desengaño. Eran dos Dianas coronadas con perlas, y quise arrancarles las diademas para verlas libres.
Pero Apolo amaneció en tu cabello y lanzó estrellas a tu piel, mientras Perséfone se desmayaba en tus labios esparciendo una ardid de semillas que condenan la mitad de mis estaciones.

He visto un efebo rubio, un Apolo kassel. Un Eros, un Dorian Gray y hasta al Narciso que mora en los manantiales puros. He visto todo Lesbos arrodillarse  ante un suspiro y los labios impretéritos de Safo murmurar una oda frustrada.
Rezas por mi bautizo y mi salvación, has buscado en vano un Dios que me ilumine y no te percatas de que amaré por siempre la maldición de mi herejía ¿Porqué querría adorar una vacua deidad cuando eres todo un panteón, que da cobijo a mis ángeles  heridos y mis demonios hirientes?

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